Echo en falta tu abrazo,
el abrazarte;
y también la bonita sonrisa que tuviste
hasta casi el final.
Echo en falta tus ojos, que ya no nos veían,
y tus bromas sencillas
cuando íbamos a verte.
Echo en falta tu cuerpo, cansado en poco tiempo,
y las viejas historias;
y ese afán de guiarme siempre
por el camino
aunque yo no quisiera.
Y echo en falta el empeño que pusiste en la vida
y ese frotar de palmas de las manos
y ese arrastrar de pies
por el pasillo.
Ana Romero, Lados del paréntesis.
No hay comentarios:
Publicar un comentario