martes, 20 de octubre de 2009





¿Acaso podré hacer del silencio un buen aliado?

Callo y dejo la boca abierta. Se va secando, se seca y la lluvia tararea gotas que mojarán labios. Y mi cueva, triste sequía dentada, no dirá nada. Mi reflejo en el agua será la pendiente que admire, meteré el dedo en un ojo, dejaré un rastro acuoso, espantado con cada ola más lejos, con cada viento más cerca. Apenas quedan palabras y los pies avanzan, porque el rumbo, como el aire, existe en corrientes alternas.

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